sábado, 28 de enero de 2006

Andrea Calabró

El Secretum y el espacio autobiográfico

La teoría de la autobiografía se encuentra plagada por una serie recurrente de interrogantes. Tales teorías se ven constantemente obstaculizadas por una cadena de problemas que le son inherentes. El concepto de género designa no solo una función estética sino también una función histórica y lo que está en juego no solo es la distancia que protege al autor autobiográfico de su experiencia sino también la posible convergencia de estética e historia.
Georges Gusdorf explicita en su artículo “Condiciones y límites de la autobiografía” que la autobiografía se nos presenta como un género literario firmemente establecido, cuya historia se presenta jalonada de una serie de obras maestras que van desde las “Confesiones” de San Agustín, pasando también por las “Confesiones “ de Rousseau hasta “Poesía y Verdad” de Goethe.
Muchos han sido entonces los que han consagrado el ocio de su vejez a la redacción de “ recuerdos” o “memorias” que han encontrado, encuentra y seguirán encontrando constantemente un público de lectores atentos.
Francesco Petrarca –Arezzo 1304,Arquiá 1374- se nos configura entonces como claro exponente del género, de este género donde la historia quiere ser memoria de una humanidad que marcha hacia destinos imprevisibles y que lucha contra la descomposición de las formas y de los seres.
El título completo de la obra que en este trabajo nos ocupa según el códice Laurenziano es “De Secreto conflictu curarum mearum”,- El secreto conflicto de mis preocupaciones” la que ha llegado hasta nosotros como “Secretum meum” o simplemente como “Secretum”.
Su elaboración fue compleja y complejo también fue establecer la fecha de su nacimiento. El manuscrito de la biblioteca Laurenziana nos proporciona una información fundamental: en una apostilla, el mismo Petrarca consigna las fechas de 1353,149 y 1347 – en este mismo orden-. Tal indicación entre otros indicios han permitido concluir que el “Secretum” fue compuesto originalmente en 1347, reescrito en 1349 , alcanzando en 1353 la versión definitiva que ha llegado hasta nuestros días. Debemos tener en cuenta aquí la peculiar forma de elaboración de los textos petrarquistas Dejó inacabados muchos de sus escritos y no porque como le ocurriera a Dante, en un determinado momento la idea de otro trabajo más importe se los hubiera hecho interrumpir, sino por que él, salvo en raras ocasiones, trabajó toda su vida en las mismas obras, tal como señala Giuseppe Petronio: “concibiendo planes grandiosos, haciéndolos avanzar un poco, interrumpiéndolos y volviendo otra vez sobre ellos”
El Secretum no es el testimonio directo de “ una crisis espiritual” tal como ha sugerido gran parte de la crítica romántica, quien ha tomado como fecha de elaboración de la obra la de 1342 o 1343 , fecha ficticia en la que el mismo Petrarca ubica su encuentro imaginario con San Agustín. El Secretum es mucho más que el relato de una crisis, es una profunda reflexión teórica y artística sobre el itinerario petrarquesco, una verdadera autobiografía entre los cuarenta y los cincuenta años de su autor.
En cuanto a la forma el Secretum se nos presenta a modo de diálogo entre el propio autor y San Agustín en presencia de la figura alegórica de “la verdad” quien preside silenciosa la escena, compuesto por tres libro, correspondiendo cada uno a un día de conversación. Del texto mismo se desprende el porqué de la elección de San Agustín como su interlocutor pero tal elección resulta clara si se piensa en aquella otra autobiografía, las “confesiones” del propio santo, una obra de profundo análisis psicológico y también si tenemos en cuenta el hecho de que fue precisamente el descubrimiento de San Agustín, un amigo suyo Dionigi da Borgo San Sepolcro, fraile y teólogo agostino, se lo había regalado hacia 1337, quien ha encaminado a Petrarca hacia una cultura y un arte centrados en la introspección. El libro impresionó tanto al poeta que , a partir de su lectura, se interesó por la de los autores cristianos tanto como venía interesándose por la de los paganos; es más aquella lectura despertó en él un deseo de perfección cristiana que, lejos de todo ascetismo, luchó siempre por alcanzar.
El Secretum se configura entonces dentro de la obra petrarquesca como el texto reflexivo más explícito sobre la presencia de San Agustín en la vida de Petrarca. Se trata de una introspección, de un diálogo interior lleno de lucidez, y no en pocas ocasiones de honda crudeza, diálogo entre Francesco, Petrarca héroe de su propia historia, y Agustín que no es tanto el propio San Agustín como Petrarca en tanto que autocrítico, el moralista que intenta persuadir a su alter ego , ambicioso y enfermo, presa constante de la acidia y víctima de una volupta dolendi ( voloptuosidad de afligirse) alarmándose de los fatales efectos de los estados de ánimo que frecuentemente le provocan, pues éste se traduce en una aversión a cuanto ve, oye y entiende.
Leído como autobiografía que intenta dar una imagen real de su trayectoria, en víspera de llegar a los cuarenta años – edad que para Petrarca marcaba la frontera de la vejez- el Secretum también puede leerse en clave ensayo, ensayo de autoanálisis ya que el relato nos ofrece introspecciones de carácter notablemente moderno, el Secretum según va construyendo una personalidad , compone su propia personalidada lo largo de los tres libros, de los tres días de conversación.
Durante el primer encuentro- refiriéndonos al libro I- se nos presenta la voluntad enferma del poeta, que confunde el no “querer” con el no “poder”. Nos encontramos con un Francesco incapaz de conseguir lo que dice desear; dice Francesco: Nunca llegaremos a una conclusión, porque nunca confesaré semejante cosa. Bastante sé – y tú mismo me eres testigo- cuántas veces quise y no pude, cuántas lágrimas derramé y de nada sirvieron.
Podemos entonces advertir aquí, en este primer encuentro, un novelesco dilema entre los imperativos de la razón y las tendencias de la voluntad, en un Petrarca perpetuamente torturado por las vacilaciones. Tal como señala Francisco Rico en su Introducción a las obras morales: “...la sustancia del dilema y su significado profundo consisten más bien en la vieja disputa ideológica entre la moral estoica ( con la exaltación del hombre enteramente dueño de su destino, porque la felicidad no puede residir más que el dominio de sí mismo) y la moral peripatética de Aristóteles ( para quien la razón no siempre consigue vencer las adversidades externas).
Durante el segundo día de conversación entre Francesco y Agustín, Francesco realiza un examen de conciencia, considerando en forma minuciosa , uno por uno , los pecados capitales. También es interesante observar que en el libro segundo gran parte del ataque de Agustín está dirigido contra los hábitos intelectuales de Francesco contra la lectura, porque conduce a la arrogancia, y contra la escritura porque aparte de ser un vínculo de locas ambiciones y promover la búsqueda de la fama, es también por su propia naturaleza inadecuada, ya que las palabras no pueden expresar adecuadamente las realidades que pretenden retratar:

-Francesco: He leído esas obras con no poca atención, tú lo sabes.( refiriéndose a Séneca”Sobre la tranquilidad del alma”)
-Agustin: Entonces no te sirvieron de nada
-Francesco: Al contrario, mientras las leía me sirvieron de mucho, pero en cuanto el libro me resbalaba de las manos se me iba con él todo mi asentimiento.
-Agustín: Muchos suelen leer así: y- execrable monstruosidad- de ahí viene que esas vergonzosas greyes de “letrados” anden extraviados de un lado a otro y el arte de vivir, aunque muy debatido en las escuelas, rara vez cristalice en obras. Ahora bien, si acotas con notas ceñidas los pasajes oportunos, sacarás fruto de la lectura.

Es el tercer encuentro el que nos revela las dos cadenas que sujetan a Francesco: el amor por Laura y la pasión por la gloria. Agustín, buen consejero y duro censor, trata de demostrar a su interlocutor que se trata de pasiones demasiado humanas, que lo alejan de la verdad y de la vida recta y cristiana. El poeta pone en boca de Agustín severas acusaciones contra el amor por Laura, según las cuales esta pasión ha perjudicado, a su ánimo, a su cuerpo y a su fortuna y se transforma en el motivo de un sufrimiento inútil que , además , lo ha convertido en “ fábula de las gentes”. Pero debemos tener aquí presente que la mayor parte de la discusión relativa a Laura no debe ser entendida en relación tanto a la mujer de carne y hueso como a la dama del Canzoniere . El auténtico tema de este libro tercero dedicado a Laura son los supuestos de la doctrina erótica del Conzoniere: la doctrina de los trovadores provenzales y del dolce stil novo. Recordemos que una evolución constante se ha notado en los poemas de Petrarca. Partió de una concepción del arte y de una técnica completamente ligara al dolce stil novo , pero ya convertido en pura fórmula; pasó luego por una fase de clasicismo exterior, fruto de sus lecturas clásicas en los años inmediatamente anteriores a 1336; inclinándose finalmente – por influjo de aquellas lecturas, vistas ya no de manera receptiva o pasiva, y por la enseñanza de San Agustín- hacia una poesía completamente interior, que es su auténtico arte.
Hemos señalado precedentemente que la otra de las cadenas que oprime a Francesco, aquella que no le permite pensar ni en la vida ni en la muerte, es la pasión por la gloria, acusa Agustín en la segunda parte del libro tercero:

-Agustin: La gloria entre los hombres y la inmortalidad de tu nombre las deseas más de lo debido. Confesando el propio Petrarca que “ es apetito que no puedo frenar con remedio alguno”.

Por supuesto que el Secretum es mucho más que una serie de reproches y aceptaciones, es más que un repertorio de consejos y réplicas, es finalmente para su autor, mejor dicho para Francesco, interlocutor de Agustín, el remedio absoluto, la cura última, aquella tan ansiada que desde las primeras páginas se traduce en la meditación sobre la muerte y la consideración de la miseria humana, también en ser filósofo, en el sentido más pleno como única forma de relegar las pueriles ineptias, y para nosotros lectores contemporáneos el Secretum es un verdadero manifiesto, el testamento intelectual de una época que tal vez nos ayude a comprender mejor nuestro presente.

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